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Autogestión, pragmatismo y mercado: retos para los espacios en Colombia

 

 

 

 

 

Los proyectos dirigidos por artistas en Latinoamérica suelen usar diferentes términos: independientes, autogestivos o autónomos. Colombia y México comparten rasgos sociales, en materia cultural incluso las mismas preguntas, pero las soluciones y estrategias que plantea la comunidad artística colombiana suelen ser más funcionales por la capacidad de negociación que establecen con las instituciones manteniendo a salvo la naturaleza de sus proyectos. Para iniciar el diálogo con los espacios de Colombia, Paula Niño, artista colombiana, entrevistó a Paola Peña* a raíz de su investigación “Nuevas prácticas artísticas contemporáneas. Espacios autogestivos en la ciudad de Medellín”.

Paula Niño: Te formaste como socióloga y te especializaste en Historia del arte, conocimientos que has aterrizado dentro de tu práctica curatorial como investigadora. ¿Cuál ha sido tu experiencia como curadora independiente?

 

Paola Peña: Me empezó a interesar la curaduría porque combina lo teórico y lo práctico de lo que había estudiado. Generalmente la curaduría independiente inicia de modo empírico, con la práctica vas entendiendo qué ejercicios implica y te toma un tiempo asumir ese papel hasta que comprendes bien la función que estás realizando.

 

Mis prácticas curatoriales iniciaron con el espacio de residencias artísticas Campos de Gutiérrez, proyecto al que llegué en el 2012 a través de otro espacio llamado La Tienda Medellín, que era coordinada por el artista neoyorquino Thomas Bettridge.

 

Desde el momento en el que conocí a Andrés, el director de Campos de Gutiérrez, empezamos a colaborar. Teniendo en mente el fortalecer la rama curatorial de su fundación, generamos el proyecto Espiga, a través del cual surge la vinculación entre  artistas locales con los que vienen de residencia.

 

Ahora que Espiga ha crecido, se ha independizado en contenido de la residencia y podemos presentar artistas que no están en Campos de Gutiérrez. De hecho, nuestra primer curaduría independiente tenía como eje la Revolución Mexicana, era un proyecto de fotografía en el que participaron los artistas Sebastián Alvarado, Juan David Laserna y un artista de Bogotá.

 

PN. ¿Cuál es el contexto de Medellín?

 

PP. Medellín ahora está experimentando una transformación bastante particular al limpiar esa imagen que la marcó durante tantos años como “ciudad del narcotráfico”. En esos días, había que motivar a la gente para que viniera a la ciudad, que se diera cuenta que es posible trabajar aquí las prácticas artísticas contemporáneas. Ése era el reto y así empezó Campos de Gutiérrez en agosto del 2012.

 

PN.  En lo independiente, todo se aprende durante el proceso, con la práctica. ¿Qué te motivó a realizar la investigación “Nuevas prácticas artísticas contemporáneas. Espacios autogestivos en la ciudad de Medellín”?

 

PP. Me involucré en los espacios autogestionados desde que regresé a Medellín. Estaban sucediendo transformaciones importantes y todos los días terminaba en un espacio diferente platicando con artistas involucrados en proyectos: Casa de Gutiérrez, Taller 7, Por estos días, Plaza arte, etc. Los espacios eran un tema que generaba interés a nivel nacional. Y eso da cuenta de la transformación en la manera en que se está haciendo arte en general.

 

Cuando empecé la investigación, hice referencias a los espacios que conocía; después, con sorpresa, me encontré otros que de pronto se le van a uno, pero eso constataba que todo el tiempo se están generando cosas aquí en la ciudad y que hay proyectos muy interesantes. Apareció la beca de Investigación en Artes Visuales (2014), y la gané; con parte de esa beca se publicará el libro. Por ahora está circulando un fragmento de la investigación a modo de folleto.

 

PN: Tu investigación está financiada por una institución. ¿Cómo se vinculan los espacios a esas instituciones?

 

PP: Muchos espacios independientes duran un año o dos con una actividad muy intensa y mueren. Pero hay otros que han logrado mantenerse con el tiempo; pienso que este tipo de espacios han logrado mantener la independencia en términos de procesos, no necesariamente independencia económica. Ellos han logrado establecer vínculos con instituciones. Alguna vez hablando con ellos me decían que terminan siendo espacios mixtos, pues el hecho de estar presentes tantos años hace que crezcan esos vínculos y generen una mixtura en la forma de operar y trabajar, por lo que se vuelven una institución dentro de los espacios autogestionados, con muchas relaciones con otros en el ámbito institucional, pero eso no les quita el carácter autónomo que identifica la manera de pensar sus prácticas.

 

Creo que ese tipo de relaciones son más pragmáticas, en términos de que se necesita dinero para desarrollar un proyecto. Es una visión más práctica, no es que comprometa la independencia, sino una cuestión más estratégica que también demanda el arte ahora para moverse y generar proyectos. En ocasiones es necesario hacer concesiones. Pero también están las colaboraciones entre los mismos espacios, con préstamos de lugares para exposición y eso genera relaciones en movimiento permanente.

 

PN. ¿Crees que se están volviendo similares las estrategias que tienen para llegar a ser autogestivos?

 

PP. Sí, ciertamente sí. Puede que después encuentren ideas distintas de autofinanciarse, pero cuando se trata de pedir recursos a la alcaldía o al ministerio, necesariamente aprenden las mismas lógicas que hay detrás: generar un presupuesto y formular un proyecto. Sin embargo, la forma de formularlos es distinta, puesto que sus intereses son muy diferentes y cada espacio conserva un carácter muy propio. Eso no resta el deseo de permanencia y estabilidad, así como generar recursos, y ampliar y proponer una oferta diferente en el medio del arte en Medellín.

 

PN. Desde mi punto de vista como artista las cosas están cambiando en Colombia, primero, porque hay dinero del Estado para los artistas; y segundo, porque las nuevas generaciones no tienen problemas para aplicar a esas becas cuando los de generaciones pasadas prefieren ser autosuficientes.

 

PP. Bogotá es la primera ciudad que empezó a generar este tipo de convocatorias tan específicas: Convocatoria para Espacios Independientes. Medellín realmente ha cambiado un poco esas políticas en los últimos años, y cada vez más los espacios entienden ese tipo de lógica: hacer un proyecto, generar un presupuesto y gestionarlo.

 

Muchos de los espacios son iniciativas de artistas, pero la mayoría no ha entrado en esta dinámica de la gestión en la que los artistas se vuelven administradores. Esto implica tener otro tipo de competencia y desarrollar otras habilidades para escribir un proyecto y generar recursos. No obstante, son herramientas que adquirirán en la práctica.

 

Otros factores que redireccionan estas maneras de operar son el fortalecimiento de las instituciones y de las escuelas de arte, así como la consolidación de ferias que amplían el medio y el mercado. La aparición de más galerías transforma la escena, y los artistas, empíricamente, aprenden esas lógicas.  El problema no es tanto de si me vendo o no me vendo, sino que representa una oportunidad para los artistas que lo quieran hacer.

 

Cuando hablo de autogestión no lo remito sólo a la cuestión de lo instrumental, sino que también está vinculado al hacerlo por nosotros mismos y no esperar a que nos den, hacer lo que nosotros queremos, conseguir esos medios y mantener nuestra autonomía en términos de prácticas y de ideas.

 

PN. Tú usas el término "Autogestivo", pero la convocatoria del gobierno es para Espacios Independientes. ¿Quiénes se definen como independientes y quiénes como autogestivos?

 

PP. Lo curioso es que los espacios tampoco se definían como independientes, a ellos no les interesa entrar en controversia por las categorías. Ellos consideran que su práctica es bastante autónoma y tienen sus espacios, los cuales les dan toda la libertad de acción. No entran en conflicto con las convocatorias del Estado porque lo ven de  forma pragmática para la obtención de recursos.

 

Cuando hablo de espacios y de nuevas prácticas artísticas, hablo de autogestión porque el término "independencia" me parece muy problemático, está más asociado a esa independencia artística que se buscaba en los años sesenta y setenta, cuando aquí en Colombia ni siquiera estábamos pensando en eso o quizás de una manera mucho menos evidente o confrontacional con la institución.

 

Ya no es posible pensar la independencia como algo totalmente radical contra lo institucional, como se concebía anteriormente. No creo que se trate ya de eso, la práctica artística también se ha transformado, ahora tiene nuevos intereses y la profesionalización de los artistas implica entrar a competir en el mercado como cualquier profesional. Es otra lógica la del arte de hoy.

 

PN. En tu investigación mencionas la importancia de la relación entre ellos, cómo se apoyan, vinculan, entrelazan y cómo crece cada uno…

 

PP. Lo mencioné porque estos espacios no están trabajando por dinero. Si así fuera, no funcionaría. El germen de su acción es el hecho de querer hacer. Muchas veces ese deseo está vinculado a los afectos, la empatía o camaradería y a partir de ello se inventan los recursos de muchas formas.

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Paola Peña (Medellín, Colombia. 1985). Curadora e investigadora.

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Estudió Sociología en la Universidad de Antioquia y cursó la Maestría en Historia del Arte en la Universidad de Salamanca. Participante del Intensivo Curatorial Bogotá del Independent Curators International (ICI)en el 2015. Recibió la Beca de Investigación en Artes Visuales del Ministerio de Cultura 2014 por la investigación “ Nuevas prácticas artísticas contemporáneas. Espacios autogestionados en la ciudad de Medellín”. Coordinadora del proyecto curatorial Espiga en la fundación Campos de Gutiérrez desde el 2013. Se ha desempeñado como profesora e investigadora en la Universidad de Antioquia.

DIÁLOGO: María Rodríguez Cruz (ciudad de México, 1987), Corrientes.

 

Para desarrollar estrategias y alternativas para la sostenibilidad de los proyectos culturales desde la construcción de redes de colaboración resulta imprescindible partir de cuestionamientos que tengan como base la revisión de conceptos pero sobretodo de experiencias, de éxito y de fracaso. Los cuestionamientos se sitúan en un devenir entre el cómo [la forma] y el qué [el contenido], nos vemos en la necesidad de resolver dilemas est-éticos.

 

Como resultado de mi práctica artística y como gestora cultural de proyectos autónomos, he abierto a la discusión planteamientos que ahora amplío con la intención de aportar a la construcción de relaciones sanas de colaboración y de esta manera fortalecer las plataformas culturales:

 

- Pensando lo económico más allá de lo monetario, ¿cómo se entretejen las redes de producción, distribución y consumo cultural?

 

- Vivimos en un mundo de competitividad, transparentemos: ¿cuáles son los criterios de inclusión y/o exclusión en el sistema y en los proyectos?

 

- Dentro del entramado cultural, ¿dónde nos ubicamos?, ¿qué papel jugamos?, ¿a quién beneficiamos?

 

- Sin perder de vista los derechos humanos, el derecho al arte y la cultura, ¿qué  implicaciones tiene “la gratuidad” de los servicios?

 

- Más allá de la explotación y la sobrevivencia, ¿cómo se sostienen las plataformas?

 

- La falta de pagos monetarios, ¿implica la aceptación de pagos con currículum, la fama y el prestigio como moneda de cambio?

 

- Ante la escasez económica, ¿las reglas que prevalecen son las que el sistema del hambre impone?

 

- Seamos sinceros: ¿existe un sentido real de colectividad en el trabajo?

 

- Bajo el supuesto de que existen lazos de confianza entre las partes, ¿qué criterios son necesarios para la viabilidad de economías alternas?

 

- Tomando en cuenta lo afectivo y lo profesional, ¿cómo construimos relaciones sanas y redes de colaboración equitativas?

Medellin por Victor del Moral

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